En 2021 se cumplieron 40 años de que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas
en inglés) de EE.UU. publicara en su boletín los primeros casos de neumonía atípica, que luego se asociarían con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) causada por el que posteriormente se denominaría Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), desatándose una epidemia que persiste hasta la actualidad.
Por Dr. Edgar Pérez Barragán
dr.edgarbarragan@sidvi.org
En estas cuatro décadas ha ocurrido un enorme progre- so médico y científico, que ha traído consigo una terapia antirretroviral (TAR) capaz de lograr la supresión virológica y el control de la enfermedad.
La mortalidad aso- ciada a VIH/SIDA disminuyó significativamente posterior a la introducción a la terapia antirretroviral combinada, denominada en su momento, altamente efectiva. La mayoría de pacientes que actualmente inician una TAR logran la supresión virológica en los primeros meses de tratamiento y de la mano mejorar la cuenta de linfocitos CD4+. Sin embargo, aún tenemos desafíos por delante.
Entre los retos a los que nos enfrentamos es la prevención, detección e inicio de tratamiento oportunos. En países de bajos ingresos, como los del África Subsahariana, anualmente miles personas son diagnosticadas con la infección por el VIH y muchas de ellas en etapas avanzadas, lo que aun conlleva a una elevada mortalidad. Esto no es del todo ajeno para México dónde se estima que cerca de la tercera parte de las personas que viven con VIH (PVVIH) desconocen que vi- ven con el virus. Es una tarea aún inconclusa el acercar las pruebas de detección y tratamiento a toda la población y sobre todo a aquellos grupos minoritarios e históricamente vulnerables. A través de la ONUSIDA, por primera vez existió un consenso mundial para lograr que en el 2020 se alcanzara que el 90% de las personas que viven con el VIH conozcan su estado serológico positivo, que el 90% de las que lo conocen reciban tratamiento y que el 90% de quienes se encuentran en TAR para el VIH logren la supresión de la carga viral. Estos objetivos se alcanzaron parcialmente, pero esto no detiene el objetivo de frenar la epidemia de VIH/SIDA.
Ahora los objeti- vos son más ambiciosos para el 2030, lograr un 95-95-95 aplicables a niños y adultos, hombres y mujeres, de todas las poblaciones.
Si bien la mortalidad asocia- da a VIH/SIDA ha disminuido, la calidad de vida de las PVVIH se ve mermada con repercusión en la salud física y mental.
Actualmente se conoce que esta población tiene un riesgo aumentado, respecto a la población general, de presentar enfermedades cardiometabólicas derivado de efectos de la infección, medicamentos antirretrovirales y aspectos relacionados con el estilo de vida. Además, en años recientes se ha observado que ciertos medicamentos antirretrovirales pueden favorecer ganancia de peso.
Ante este escenario es fundamental la orientación por personal especializado, como nutricionistas. La orientación adecuada puede conducir a una mejor calidad de vida y un seguimiento nutricional en el presente impactará en la salud a largo plazo, evitando enfermedades en el aspecto metabólico y cardiovascular.
A pesar de todo el conocimiento que se ha generado, el VIH/SIDA aun impone una considerable carga psicológica y social, que se suma al estigma y discriminación al que tienen que enfrentarse los pacientes. Además, es frecuente que las PVVIH se afronten a algunas dificultades de vivir con una enfermedad crónica potencialmente mortal, los regímenes terapéuticos complejos, la falta de apoyo social y familiar. Como parte del proceso de atención de personas recién diagnosticadas con el VIH, deberían ser integrados a servicios de salud mental formados por psicología, psiquiatría, trabajo social y grupos de ayuda, todo esto con el fin de diagnosticar y tratar oportunamente los problemas relacionados con la salud mental, como parte de una atención integral.
Aun hay mucho trabajo por hacer en este ámbito, es por eso que la OMS y ONUSIDA han lanzando una estrategia mundial contra el SIDA que tiene como lema principal “acabar con las desigualdades, acabar con el SIDA” y con esto incidir en la eliminación del estigma y la discriminación.
En estas cuatro décadas se han sumado esfuerzos que han dado frutos para mitigar la epidemia; sin embargo, los casos nuevos continúan con una mortalidad considerable, persiste el estigma y discriminación, y continuamos en la búsqueda de una adecuada calidad de vida para las PVVIH. Este es el reto al que nos enfrentamos como personal de salud y todos los involucrados en la atención de las PVVIH.